Catalina Marín
CEO de Icye Colombia y voluntaria en Hungría (2012-2013), Reino Unido (2009-2010)
Hace poco me preguntaba cómo había cambiado mi vida desde que escuché por primera vez la palabra “voluntariado”.
Recuerdo que aún estudiaba en el colegio y me dijeron que la realización de un “servicio social” era un requisito para el grado. Opté por entregar algunas horas en la emblemática Biblioteca Virgilio Barco de la ciudad de Bogotá. En ese momento no entendía bien por qué ni para que me iba a servir ese tiempo, en lugar de dedicarlo a otras cosas más importantes como el baloncesto, las amigas y los paseos familiares. Solamente pensé que por lo menos iba a ser una excelente oportunidad para leer un montón de libros durante esas vacaciones.
Pasaron las vacaciones y cuando me di cuenta ya estaban terminando esas 80 horas de servicio social. Ya me había familiarizado con un lugar que no conocía, me había encariñado con los interminables pasillos de libros, había clasificado y ordenado cientos de volúmenes, había hecho un par de amigos (el más entrañable fue Pity a quien siempre recuerdo con infinito cariño y de quien aún conservo un diminuto caimancito para el pelo y quien más adelante estaría conectado con el mundo de la música y otros personajes entrañables que llegaron a mi vida), pero sobretodo, había permanecido en SILENCIO la mayor parte de mi tiempo allí (obviamente por ser una biblioteca). Tuve el chance de pensar un montón acerca de lo que iba a hacer el resto de mi vida -ja ja ja, la verdad es que el voluntariado lo lleva a uno a lugares insospechados-, y me ayudó a prepararme para esos últimos meses que faltaban para graduarme del colegio.
Allí se abrió un nuevo mundo para mi donde entendí que el voluntariado había traído un montón de cosas nuevas para mi vida que “por obligación” se convirtieron en un deleite para ese tiempo.
Volví al colegio de las vacaciones con un montón de experiencias y años más tarde, mi inconsciente -aunque creo que fue más consciente de lo que quiero pensar-, buscó la forma de salir del país a través del programa de voluntariado. Llegué a Icye Colombia en el 2004. Así, me embarqué a mis 19 años en un avión con un backpack y mil ilusiones hacia un proyecto social en la ciudad de Loughborough (Reino Unido).
En la PARTE DOS de este blog, les voy a contar cómo fue esa experiencia.
Deja un comentario